Visitar el Castillo de Cabrera es una cita obligada con la que se debe cumplir cuando viajas al Parque Nacional (con permiso de la Cueva Azul). Esta fortificación supervisa todo lo que sucede en la Isla desde arriba, desde que se construyó (o más bien restauró) en el siglo XVII, cuando vigilaban que no hubiera “moros en la costa”.
La llegada por mar con nuestros barcos es una de las vistas más impactantes del Castillo en la Isla de Cabrera. Después de dejar atrás los islotes de Na Foradada, Na Pobra y Na Plana, y de pasar la isla de Conillera, aparece la silueta imponente del Castillo en la entrada del Puerto.
Pero la historia del Castillo de Cabrera se remonta todavía unos años más atrás…
A finales del siglo XIV se debió construir una fortificación, una torre, probablemente, y en un documento de 1410 ya se menciona dicha fortificación. Desde entonces se tienen noticias de ocupación de la Isla para defenderla de los ataques de piratas y corsarios.
El cuerpo de vigías se encargaba de encender fuego en la torre para avisar a la torre de Mallorca más cercana, la de Sa Ràpita, de un posible ataque a la costa mallorquina.
Durante el siglo XVI fueron muy numerosos los ataques piratas, que ocasionaron daños considerables que obligaron a emprender diversas restauraciones y reconstrucciones del castillo.
En 1716 el castillo recibió tropas regulares del ejército. Entre 1809 y 1814, Cabrera se convirtió en presidio de soldados napoleónicos y el Castillo fue habilitado como hospital de campaña y residencia del sacerdote Damià Estelrich. De aquella época es una inscripción grabada en uno de los muros del castillo: "Fleury Grapain prisonnier en 1809 et 1810".
También se ha utilizado como lugar de cuarentena en tiempos de epidemias.
Desde la torre podemos contemplar la illa dels Conills, la bocana del puerto con la punta de Sa Creueta y el cabo de Llebeig, la Caleta d’es Forn, S’Espalmador, Sa Platgeta, el Museo de Cabrera, Cas Pagès, la Capilla y los Pabellones.